miércoles, 16 de julio de 2008

La magia vuelve a empezar

Fue hermoso! Me lloré todoooo...", revela con timidez Emilia Attias. La protagonista de Casi ángeles -la tira juvenil producida por Cris Morena que comienza su segunda temporada, por Telefé, el jueves a las 18- cuelga el teléfono y, sin dejar de revolver el capuccino, inspecciona el maquillaje con el que Carlos acaba de realzar el encanto neto de sus facciones. A cierta distancia, Haydée contempla orgullosa los rulos esculpidos en la melena radiante. Por el pasillo, suena un llamado urgente: "¡Vamos Emiiii!!"

A medida que los actores se congregan en la recepción del Hogar Mágico (donde transcurre la trama), Mariano Demaría (el director, junto a Mauro Scandolari) y Guillermo Antonini (su asistente) repiten la secuencia argumental y definen por dónde entrará cada uno.


Tina ("decí que es la apuntadora", pide Nicolás Vázquez, que encabeza el elenco) pasa letra con Nazareno Antón y Tomás Ross, y busca con la mirada a Florencia Cagnasso y a María Guadalupe Antón. Las nenas están muy entretenidas conversando con Nicolás Pauls (recién incorporado a la tira). Suben y bajan de su falda, le desensortijan los rulos y le hacen masajes en la nuca.


Gimena Accardi, María E. Suárez Riveiro, Gastón Dalmau, Nicolás Riera y el propio Vázquez truecan líneas de diálogo. Llegan Emilia y Mariana Espósito seguidas por Julia Calvo. Al igual que hicieron sus compañeros, las mujeres renuevan el rito de besar en la mejilla a los presentes.


De a poco, la voz de los más chicos inunda el lugar y sus ocurrencias disparan la carcajada del director. No así la de Antonini, consagrado a restaurar la armonía: "¡Todo muy lindo, pero dije silenciooo!".


Al breve ensayo general -que sirve para ajustar parlamentos, nivel dramático y la continuidad de cada escena-, le sigue el "ensayo grabado" durante el cual se precisan los planos y la iluminación. Histrión inagotable, Vázquez se acerca, una vez más, a esta cronista y con disimulo, solicita: "No te olvides de destacar que la mejor actriz del elenco es Julia Calvo. Por favor". Por fin, suena la voz de Demaría desde el control: "Silencio, grabando! ¡Acción!"


La escenografía y el arte de Casi ángeles (a cargo de Laura Russo y Salustiano Alvarez) se caracterizan por la vasta paleta de colores, la diversidad de materiales y la superposición de estilos (pop, art nouveau, arte urbano).


Las decisiones tomadas en cualquiera de estos planos tienen su correlato en el diseño fotográfico y refuerzan algún aspecto de la historia que se está contando. Por ejemplo, así como la sala principal exhibe paredes blancas con paneles en tonos pastel (lila, celeste, verde, amarillo), que exaltan la condición angelical de la protagonista, las habitaciones de los adolescentes fueron cubiertas con colores plenos (verde y naranja brillantes) que representan mejor su circunstancia hormonal.


En cambio, lo que parece un detalle decorativo en otros recintos, en la sala de ensayo cobra carácter conceptual: el dibujo de una crisálida que muta a flor recorre las paredes, componiendo un entorno maravilloso. Si bien esas alusiones están diseminadas en todo el mobiliario, en este caso, resultan irradiadas de manera singular por los vitrales de las aberturas.


Según los textos de Leandro Calderone, cada capítulo de Casi ángeles contiene treinta y cinco escenas ("un libro"). Aunque las grabaciones (que insumen entre diez y once horas diarias) no siguen un orden cronológico, a fin de evitar atrasos, el rodaje tiene que conservar la relación "1 jornada, 1 libro".


La siguiente es una escena romántica. Tiene lugar en un pasillo angosto y la juegan Emilia y Nicolás, personajes principales de la historia. Una productora y una continuista responden a la pregunta del protagonista ("¿De dónde venimos?") y develan que "vos y Cielo fueron a los trapecios anoche, están cansados, ansiosos...".


A su alrededor, los asistentes cubren reflectores con papel naranja, cuelgan focos del techo y emplazan las cámaras. "¿Puede ser que me traigan un vaso de agua para Emilia?", solicita un productor.


"¡Dame las tres primeras Tina!", pide Vázquez, que también sugiere hacer un ensayo de luces, ya que la cámara tomará sólo primeros planos. Arranca el ensayo y, a continuación, la grabación final.


Mezclándose con la legión de asistentes, una multitud excitada y en pijama asalta el baño. "En toda esta escena -confiesa Demaría- nada de lo que dicen es importante. Lo que importa es el quilombo que se arma...". Son trece los actores que participan de la secuencia entre los lavatorios y las duchas. La va a registrar una sola cámara, mediante un plano secuencia que obligará al camarógrafo a moverse en 180ø, haciendo barridos rápidos hacia atrás y hacia adelante.


Con voz grave Antonini recomienda: "¡No se apelotonen! ¡Ensucien el baño! ¡Vayan y vengan pero no se apelotonen!".


Un colaborador advierte a Naza y a Tomi que "¡No abran el agua hasta que no la necesiten!". Los chicos le preguntan: "¿Nos lavamos los dientes en serio?". Mariguapi y Flor se peinan con perseverancia y Emilia, apoyada contra la pared, dedica a la cronista un comentario piadoso: "¡Qué difícil va a ser escribir esto!"


Quince minutos más tarde, el piso está plagado de pisadas blancas y diminutas, toallas húmedas y alguna que otra pantufla abandonada. A solas, Demaría y Antonini intercambian sonrisas de satisfacción. Como por arte de ¿magia? el set quedó despoblado después de la última indicación: "¡Quince minutos para cambiarse!".


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